Los niños, a lo largo
de su desarrollo, experimentan distintos miedos. La mayoría de éstos son
pasajeros: el miedo a la separación, a personas extrañas, a la escuela, a la
oscuridad, entre otros, irán apareciendo y desapareciendo en determinadas
edades.
Concretamente, en la etapa
preescolar (2 a 6 años) se puede apreciar una clara evolución de los miedos
infantiles, ya que
hay más estímulos que puedan provocarlos. Pueden entrar en escena estímulos
imaginarios y los miedos pueden hacerse algo más abstractos (fantasmas,
monstruos, etc.). El miedo a los animales también se desarrolla en esta etapa,
y puede perdurar como fobia hasta la madurez.
Es fundamental que los niños vean a
sus padres y figuras de referencia muy seguros, porque esta actitud de los
adultos les va a dar seguridad. Como estrategias para superarlo, podemos ir
hablando con ellos y estableciendo pautas, pero lo que no va a valer en
absoluto es no exponerse a ese miedo. La evitación es la peor de las
respuestas, porque si se evita el miedo, se aparca el tema y nunca se crean
estrategias para superarlo. Por eso, no podemos permitir que los niños eviten
la situación del miedo, tenemos que enfrentarles poquito a poco, dándoles
recursos, dándoles pequeñas técnicas, con un adulto al lado, que les sirva de
referencia, que les ofrezca seguridad, pero nunca fomentar la evitación.
Consejos ante el miedo de nuestros hijos
- No debemos asustarles con
historias de ogros, de fantasmas, de brujas, etc., principalmente antes de
acostarles. Se debe aclarar que estos personajes solamente existen en los cuentos y
películas...
- No debemos reírnos de sus temores. Burlarse de sus miedos
disminuirá su confianza. Frases como No seas tonto, niños como tú no
deben tener miedo de eso,...
no contribuirán para disminuir el temor que sienten. Al revés, les desanimará a
compartir sus temores.
- Hay que ser claros en
relación al estímulo o situación que temen. Es decir, no debemos mentirles, por ejemplo, diciéndoles que una
inyección no le dolerá o algo parecido. Si se miente sobre una situación de
miedo le producirá más temor. Debemos ayudarles a prepararse, dándoles
información y estrategias para enfrentar la situación.
- No
debemos obligarles a pasar por las situaciones que temen ni a que las afronten
solos. Los miedos no se superan enfrentándose a la situación de una vez por
todas. En lugar de ayudar, algunas veces esto intensifica el miedo. Tienen el
derecho de acostumbrarse poco a poco a la situación. Por ejemplo, no debemos
obligarles a ver una película de la cual tienen miedo, o que acaricien a un
perro que no les gusta, o que se monten en una montaña rusa cuando vayan a un
parque de atracciones si sabemos que no se quieren subir.
- Debemos
evitar transmitir nuestros temores. La forma en que enfrentamos nuestros
propios miedos les da a ellos el patrón a seguir para enfrentar situaciones
similares.
Además de todo esto, lo
ideal es tomar una postura intermedia. Es decir, ni dar demasiada importancia,
ni ignorar sus miedos. En relación al primer caso, por ejemplo, si cada vez que
vemos un perro nos interponemos entre nuestros hijos y el animal e insistimos
en que nosotros les defenderemos, los niños acabarán pensando que todos los
perros son realmente peligrosos y no podrán superar su miedo. Por otra parte,
en cuanto al segundo caso, si ignoramos sus miedos se sentirán perdidos. No
encontrarán la forma de enfrentarse al problema y percibirán por nuestra parte
desinterés, y falta de atención.
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